Plataforma internacional de colaboración de practicantes zen según la práctica y enseñanzas del maestro Taisen Deshimaru

8.2.16

CONFERENCIA DEL MAESTRO LUC BOUSSARD



Conferencia de Luc Boussard


Puerto de Santa María 12-10-15


Buenos días a todos, para comenzar decir que es una paradoja hablar de zen, ya que es una enseñanza sin palabras.

El budismo nace en India y tiene un lenguaje muy florido, metafísico, místico y el taoísmo es algo muy concreto y muy sobrio. Del encuentro entre el budismo y el taoísmo nace el chan.

Según los textos históricos surge en el siglo sexto con Bodhidharma. Después surge el zen. El chan, el zen.  han guardado un árbol genealógico de la transmisión de los patriarcas muy preciso. Se ha demostrado que este árbol genealógico contiene algunas partes inventadas. Los indios no tienen este apego a un árbol genealógico preciso, pero no así los chinos y los japoneses. Cuando había huecos en esta línea, se inventaban maestros zen que no habían existido. Pero esto no es para nada importante, porque el mensaje, la enseñanza que se transmite no tiene nada que ver con la verdad histórica. En cierta forma visto desde dentro, la verdad de la transmisión, tal y como la ha concebido la tradición chan es mucho más breve que la tradición histórica. Porque el contenido del mensaje pasa de forma auténtica aunque los eslabones de la cadena no sean reales.

Se dice que el zen comienza con Bodhidharma, el primer patriarca, que llegó caminando a China y que practicó zazen durante siete años solo de cara a la pared. Se dice que el emperador le encontró y mantuvieron un famoso diálogo:

¿Quién eres tú? Pregunto el emperador.

 No lo sé, respondió bodhidharma. 

El emperador le preguntó. ¿cuál es la esencia de tu enseñanza?

Y le dio esta respuesta muy famosa: Un vacío insondable y nada sagrado.

Y después se marchó a practicar zazen durante siete años de cara a la pared. Luego apareció su primer discípulo, el segundo patriarca,  se sentó con él… y ahí comenzó esta transmisión que ha llegado hasta nuestros días. Transmisión de maestro a discípulo. Transmisión que se llama i shin den shin, de mi corazón a tu corazón. Una transmisión intima, secreta que no pasa por ninguna doctrina, por ninguna otra cosa. La transmisión de la persona. Lo que se transmite desde hace siglos desde Buda hasta nosotros es la transmisión de la persona, dicho de otra forma es la transmisión del verdadero ser humano. Realizar todo nuestro potencial. Es un camino extremadamente ambicioso, porque todos los maestros nos dicen que cuando encuentran el verdadero rostro, su propia naturaleza, entonces el ego se convierte en el universo entero. Si hacéis zazen os convertiréis en el universo entero.

Pasando rápido por la historia de los patriarcas chinos, el zen siempre ha vivido a través de grandes crisis en las que estaba moribundo y resurgía de sus cenizas. Así,  moria en un país y renacía en otro país. Cuando murió en India, lo que llamamos el budismo autentico, pasó a China. En el siglo trece de nuestra era, el budismo chan estaba moribundo en China. Podemos decir que el fundador del zen moderno, el verdadero padre, es un monje japonés que se llamaba Dogen.  Vivió del 1200 a 1253. Era un monje que buscaba ardientemente la via.

Frecuentó diferentes templos budista en Japón y no encontró nada que pudiera satisfacerle. Decidió viajar a China en lo que en aquellos tiempos era una verdadera aventura. El mar de China era muy peligroso, los barcos inseguros y muchos marineros desaparecían de manera habitual en numerosos naufragios. Durante un par de años estuvo visitando distintos templos en China, viajando con su gran pregunta sin hallar respuesta alguna. Decidido a regresar a Japón, finalmente encontró a su maestro, Tendo Nyojo, que según Dogen era el último maestro autentico dentro del linaje de la tradición chan.

Practicó de manera intensa con Nyojo, haciendo zazen todo el tiempo hasta que una noche el maestro Nyojo lanzó una de sus sandalias a otro monje que se estaba durmiendo gritando: “Abandona cuerpo y mente”. Y en ese momento Dogen despertó, iluminó, clarificó toda su existencia. Después de zazen fue a visitar al maestro Nyojo, encendió un incienso diciéndole “Cuerpo y mente abandonados”. Nyojo le respondió: “Entonces debes abandonar el cuerpo y la mente, porque esto no es definitivo, es un camino que se repite instante tras instante. Abandonar el cuerpo  y la mente es como un trueno en el cielo azul”. Y le dijo: ” Dogen tu eres mi heredero y si te parece bien regresa a Japón y transmite esta enseñanza”

Dogen regresó a Japón, encontrándose con toda la oposición de los monjes establecidos. En aquella época los monjes viajaban a China para traer textos y sutras chan, presentándose a su regreso como portadores de la “verdad”, del zen auténtico. Cuando Dogen regreso de China le preguntaban:  Y tú que traes, ¿qué textos traes?. Y Dogen respondia: “Nada. Tan solo la nariz vertical y los ojos horizontales” .Y esa frase contiene toda nuestra enseñanza. Como decía el Maestro Deshimaru: “La condición normal, el zen no es otra cosa más que la condición normal del cuerpo-mente”.

A partir de Dogen el chan se convierte en zen y toma su color japonés con los defectos y virtudes que esto implica. A lo largo de los siglos encontramos que son los defectos los que han predominado, sobre todo el ritualismo, el formalismo. El zen japonés se ha convertido  en una especie de iglesia muy elitista, algo medieval, donde se enseñan unos rituales extremadamente sofisticados. Un zen en el que los monjes se convierten en una especie de casta medieval privilegiada, muy rica, donde los templos se transmiten de padres a hijos. Y así como sucedió en China, el zen comenzó su declive en Japón.

Y así llegamos a nuestra época. El maestro al que seguimos es Taisen  Deshimaru, que fundó el zen en Europa. Su maestro fue Kodo Sawaki, un hombre con un temple excepcional. No era un hombre de templo, venia de una historia personal muy dura. Huérfano desde los cuatro años, fue criado por su tío dueño de un prostíbulo. En medio del Japón imperialista, creció y fue a la guerra chino-japonesa.

A su regreso, con una enorme determinación para convertirse en monje zen, se fue a las puertas de Eiehiji en donde  “a este vagabundo ignorante”, le enviaron a la cocina a trabajar. Mientras que los monjes hacían zazen, Kodo hacia zazen. Así poco a poco empezó a ser reconocido. Después abandono Eiehiji, y le pusieron “Kodo sin morada” porque no tenía templo. Iba por todo Japón a donde le pedían para practicar y enseñar zazen. Ordenaba a mujeres, algo que era muy extraño en esa época. Y finalmente encontró a Taisen Deshimaru. 

Cuando  el joven Deshimaru va a visitarle a un pequeño templo, le quiere plantear importantes cuestiones sobre la vida y la muerte. Pero Kodo le dice: “Espera, tranquilo, échate un trago”.  Deshimaru se queda muy sorprendido. Y ya borracho, olvida todas sus grandes cuestiones. Después se echa a dormir junto a un arbusto y a la mañana descubre que se había dormido encima de unas cagadas de perro. Ese es el encuentro histórico entre Sawaki y Deshimaru.

 Kodo siempre rechazó los deseos de Deshimaru de recibir la ordenación de monje y tener su templo. Le decía, “no,  continua con tu vida profesional y familiar, ya hay demasiados monjes por ahí”. Tan solo antes de morir Kodo accedió a ordenarle monje proponiéndole que llevase la verdadera enseñanza del Zen a Europa porque en Japón el zen estaba acabado. A su muerte Deshimaru viaó a París en 1967 en tren, con tan solo su zafu y los cuadernos de Kodo Sawaki. Y comenzó a dar masajes para ganarse la vida, dando conferencias y enseñando la práctica de zazen. Comenzó a tener muchos discípulos y fue abriendo dojos hasta llegar a los 300 antes de su muerte. Ordenó alrededor de unas 3.000 personas con una fuerte práctica que ha llegado hasta ahora. Tanto Alonso como yo fuimos ordenados por Deshimaru. Siempre nos decía: “Un día llevareis el verdadero zen a Japón”. Desgraciadamente, aunque es temporal, ahora está sucediendo justo lo contrario. Es la Iglesia japonesa que despreciaba el maestro Deshimaru,  quien se está superponiendo sobre su misión.

Y ahora voy a hablar del zen que llegó con Bodhidharma a China, con Dogen a Japón y con Deshimaru a Occidente. Al igual que Deshimaru en Europa, otros maestros se instalaron en otros países, como Suzuki en Estados unidos, y en otras muchas partes. Ahora hay maestros zen por todos sitios. Sin embargo el zen de Deshimaru tiene para mi esta marca auténtica que no se encuentra en otros linajes. Lo que llamo marco auténtico es algo que es totalmente universal. Es una realización del potencial humano; no es japonés, no es budismo, es universal. Por eso la enseñanza de Deshimaru es muy radical, se resume en la postura de zazen. 

Zazen es tan solo estar sentado, sencillamente. Con la espalda vertical. Se dice: cuerpo derecho, mente brillante.  Es importante encontrar el justo tono. El equilibrio perfecto entre el lado dinámico, el tono por el estiramiento de la columna vertebral, y al mismo tiempo el soltar, la distensión, de esta forma tener en cuenta la dimensión ascendente y la dimensión descendente. La dimensión descendente es la relajación de los hombros, la espalda y  principalmente la respiración. Es el secreto de la práctica del zen. La respiración del zen insiste en la espiración. Hay una inspiración breve y una espiración larga, profunda, imperceptible, completamente fluida, sin esfuerzo, sin voluntad. A medida que espiramos, el hálito vital, nuestro ser, se concentra en la zona abdominal bajo el ombligo con todo el abdomen relajado. Hay una expansión del bajo vientre, completamente dilatado y a la vez flexible. Hay que poner toda vuestra presencia en el hara, kikai tandem, no en la cabeza. Como en las artes marciales toda nuestra presencia está en el hara, todo el movimiento debe partir del hara, no de la cabeza. Automáticamente, inconscientemente, sin calculo ni intención.

El zen es la experiencia íntima,  la expresión de lo que somos verdaderamente,  profundamente, cuando no estamos prisioneros de nuestro mental, de nuestras ideas, nuestros cálculos. Y eso lo actualizamos en la postura de zazen y después lo llevamos a la totalidad de nuestra vida.

La práctica de  zazen consiste en ir a un dojo a practicar con los demás. Esto es importante, no es una práctica individual, solitaria. Es muy importante la práctica colectiva, porque evita que nos dispersemos en direcciones erróneas.

Pregunta: Sobre el zen Betania?

Es otro linaje, con una práctica similar pero más enfocada al cristianismo y el ecumenismo. Proviene del linaje de Maezumi, un maestro zen. Está bien. Cada uno de nosotros debemos encontrar al maestro en cuyas enseñanzas nos reconocemos. Cada uno de nosotros por nuestras formas, nuestra comprensión debemos encontrarlo. Cuando conocí al Maestro Deshimaru y practiqué zazen en su dojo, comprendí que esa iba a ser mi práctica para toda la vida y que Deshimaru sería mi auténtico maestro. Es importante encontrar la práctica que nos conviene. De todas formas en el zen cristiano hay enseñanzas totalmente auténticas  y tengo varios amigos que lo practican.

Pregunta: ¿La meditación en solitario tiene las mismas ventajas que la meditación zen?

La meditación zen no se recomienda en solitario, sobre todo cuando uno comienza, necesita de la corrección de un maestro para no equivocarse de dirección. Es muy importante la corrección en la postura. De ahí  la importancia de practicar juntos. Cuando uno está muy enraizado en la práctica puede practicar solo, pero es precioso ir al dojo y practicar juntos. La energía de la postura de los demás ayuda a profundizar en la propia postura.

(Luc propone el hacer unos minutos de práctica. Se sienta en zazen y muestra la postura)

Comienzan zazen.

Nos sentamos sobre el zafu en loto o medio loto. Es importante que las rodillas estén en contacto con el suelo al cruzar las piernas. Podéis sentaros también en una silla. Los pies han de estar en contacto con el suelo y las rodillas algo más bajas que la cadera. Es bueno también utilizar un zafu en la silla. A partir del apoyo de los isquiones, basculamos la pelvis hacia adelante, con la columna vertebral totalmente erguida. Al mismo tiempo recogemos la barbilla y empujamos el cielo con la coronilla. El canto de las manos contra el bajo vientre y formamos un precioso óvalo con los pulgares, sin que caigan hacia abajo o queden hacia arriba. Relajamos completamente los hombros, la espalda y la cara. Los ojos semicerrados sin mirar nada. Dejamos que la mirada se pose. 

Desde que nos sentamos observamos nuestra respiración y poco a poco dejamos que tenga más amplitud, que llegue desde la nariz hasta el hara donde están las manos. En zazen hablamos de pensar con el cuerpo. No es el mental el que nos arrastra. A fin de cuentas el cuerpo tienen mucha mas sabiduría que el mental. Y cuando la energía está bien concentrada en el kikai tandem la mente no puede continuar agitándose. 

La actitud justa del espíritu es concentración y observación, uno está concentrado plenamente en la postura, presente en todos los lugares del propio cuerpo. Uno observa su cuerpo y va distendiendo las partes contraídas y cuando encuentra zonas distendidas les añade el justo tono, sobre todo en los riñones y en las manos. Esto es la concentración.

Después querámoslo o no, vienen los pensamientos, fenómenos. Ahí intervienen la observación, en cuanto aparece algo, la justa actitud consiste en no asir nada, en no rechazar nada. Volver al instante presente, a la concentración. No tratamos de parar los pensamientos sino de tener un pensamiento que no se estanca, completamente fluido. No construimos nada. Ni siquiera para la respiración, dejamos que se coloque en su sitio de forma natural. No tratéis de fabricar sabiduría, compasión o cualquier otra cosa, simplemente ser uno mismo.

Es importante convencerse de que no hay nada especial, nada que asir, nada que comprender. Simplemente liberarse de las trabas, de los obstáculos, dejando de alimentar el mecanismo del mental. 

El Maestro Dogen resumía el sentido de esta práctica con una poema muy famoso: “Estudiar la via es estudiarse a uno mismo”. Es lo que hacemos durante zazen. El cuerpo-mente de la postura se convierte en un espejo en el que se reflejan todos los aspectos de nuestro ego. No juzgamos, no criticamos, no nos dejamos envolver por, no alimentamos los buenos pensamientos ni rechazamos los malos. De esa forma aprendemos a conocernos profundamente, a conocer perfectamente el funcionamiento del ego. Eso es estudiar la via, estudiarse a uno mismo.

La segunda parte del poema de Dogen es: “Estudiarse a sí mismo es olvidarse de sí mismo”. Durante zazen uno se da cuenta de que todos los procesos egoicos son sin substancia, sin realidad, puramente ilusorios y entonces podemos despegarnos de ellos, olvidarnos a nosotros mismos.

El tercer verso es: “Olvidarse de uno mismo es ser certificado por todas las existencias”. Es decir, uno ya no está prisionero de su conciencia egoica y vive en armonía con todo el cosmos, en armonía con los otros.

Finaliza el zazen. Se informa de los  horarios del grupo zen del Puerto.

Luc se despide.

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